Crónica del Gran Trail de Peñalara 2012.
Recupero aquí la crónica que escribí tras realizar esta magnífica carrera.
Bueno, después de unos días de
descanso y casi totalmente recuperado, vamos con la crónica del Gran
Trail de Peñalará, que se celebró el pasado 23 y 24 de junio en la
localidad madrileña de Navacerrada.
Se trata de una carrera de
ultradistancia, un total de 110 km, con salida y llegada en
Navacerrada y que transcurre por algunas de las cimas más
emblemáticas de la Sierra de Guadarrama.
Partí de Montehermoso el viernes 22,
para la recogida del dorsal y con intención de pasar la noche en
Madrid, para el sábado en la salida, a las 6 de la mañana, estar lo
más descansado posible. Pero no conté con el tráfico, y tras un
retraso considerable en el viaje, acabé de recoger el dorsal y la
documentación el viernes a las 21:00. Por este motivo decidí
quedarme a dormir en el coche, para ganar así alguna horita más de
descanso, aunque en peores condiciones.
Por la mañana me desperté bastante
bien, con nervios cómo es lógico antes de enfrentarse por vez
primera a una prueba tan dura. A pesar de todo me siento bien. Unos
estiramientos mientras esperamos a que se de la salida y listo.
A las 6 arrancamos y tras una breve
carrera cruzando el pueblo, salimos por fin a pista. Por delante
espera un primer ascenso en el que salvaremos 1000 m. de desnivel en
poco más de 8 km. La cabeza de la carrera lleva un ritmo
insuperable. Yo de momento voy reservando fuerzas que queda mucho.
Una vez alcanzada la cima de la Maliciosa (2.227 m.), se comienza un
descenso, bastante técnico al principio, hasta Canto Cochino (1.033
m.), dónde espera el primer avituallamiento y al que llego a las
8:30 h. De momento voy cumpliendo muy bien con mis tiempos estimados
de paso, y las sensaciones son buenas. Repongo líquidos, como un
poco y continuo.
Hay unos 10 km hasta el siguiente
avituallamiento. Pero se hace duro. A pesar de no ser muy temprano,
el calor va pasando factura. Y cada vez más. De todas formas sigo
con buenas sensaciones. Paso el avituallamiento de la Hoya de San
Blas sin parar mucho, lo justo para reponer agua y remojarse un poco,
e inicio la subida hasta el Puerto de la Morcuera.
De momento llevo buen ritmo, y me
encuentro bien. Ando en los tramos en los que la pendiente es más
acusada y troto donde se puede hacer cómodamente. Todavía queda
mucha carrera y hay que reservar. Poco antes de llegar a lo alto del
puerto, escucho “vamos Finch, que no se diga” (o algo así, no
recuerdo las palabras exactas, jejeje). Es mi hermano, que ha venido
con su amigo Javito a verme. Todo un subidón de moral. Así que
arranco con fuerzas renovadas por partida triple: avituallamiento,
ánimo de familia y amigos y además sólo quedan 12 km de bajada
para llegar al puente del perdón (ecuador de la carrera). Durante la
bajada cojo un ritmo bueno y comienzo a charlar con un corredor que
se pone a mi altura, Edurardo “el malagueño”. Con la
conversación se hace el camino más ameno. Me cuenta que ya corrió
esta carrera en 2010, además de otros muchos trails. Un máquina el
tio. Al irnos aproximando a Rascafría, cogemos la vera del río
donde hay multitud de bañistas. Que envidia, con el calor que
hace... en fin, es mejor no pensarlo mucho. Llego con el malagueño
al avituallamiento del Puente del Perdón, en el que ya hay un poco
más de consistencia (muy bueno el jamoncito, el queso, etc.) Un
breve descanso, cambio de calcetines y arrancamos. Nada más salir,
en Rascafría (1.166 m.), vuelvo a ver a mi hermano y a Javito, que
de ahí se irán a Segovia a comer un cochinillo. Bien podían
haberme ocultado el dato, pero en fin, yo a lo mio.
Ahora toca el tramo más duro de la
carrera. La subida al Puerto del Reventón (2.037 m.) y a Peñalara
(2.429 m.). 18 km de subida y en las horas de más calor del día...
bufff. Al menos sigo acompañao por el malagueño. Durante la subida
cogemos a otro corredor que se une a nosotros. Francisco, de Burgos.
La marcha se hace pesada y aburrida, mucha pista forestal y mucho
calor. Eduardo es el que mejor va de los tres con diferencia. Se
adelanta poco antes de llegar al Puerto del Reventón y nos quedamos
el de Burgos y yo, que empiezo a notar ampollas en los pies y la
planta bastante dolorida. Al llegar al avituallamiento, el malagueño
nos está esperando, pero poco después le tenemos que decir que
continúe, ya que lleva un ritmo muy superior al nuestro.
Al llegar al control de paso nos
indican que ocupamos el puesto 31 y 32. Queda poco para Peñalara,
pero no acaba de llegar, y aunque hay algunos tramos en los que se
puede trotar, el dolor de la planta de los pies no me deja. Así que
Francisco tira y me vuelvo a quedar solo. Empiezo a dudar si podré
acabar la carrera... no me gusta un pelo. Con gran esfuerzo y
sufrimiento logro alcanzar la cima de Peñalara y dentro del tiempo
que me había marcado. Pero lo que me espera no es mucho mejor.
Comienza una bajada bastante técnica, con mucha piedra suelta, y en
la que en otras condiciones se podría trotar. Desgraciadamente, no
es el caso. Me duele mucho la planta del pie izquierdo y bajo
andando. Me pasan muchos corredores, pero me es imposible trotar. De
seguir así tendré que abandonar la carrera al llegar al
avituallamiento de la Granja, en el km 90. Además el lunes empiezo a
trabajar, y no es plan de lesionarse. No me gusta nada como pinta la
cosa. Por suerte acabo el tramo más técnico y decido parar un poco
cerca de un arroyo. La superficie que me encuentro es mucho más
blanda. Después de descansar un poco y ponerme otro par de
calcetines retomo la marcha. Mucho mejor. Vuelvo a trotar y con
buenas sensaciones alcanzo a casi todos los corredores que me han
pasado durante la bajada. Esto me da nuevas fuerzas para llegar muy
animado al avituallamiento de la Granja, dónde de nuevo me encuentro
con mi hermano y Javito.
Un poco de ensalada de pasta y
embutidos (mi hermano colabora enseñándome la foto del cochinillo
que se han zampao). Un breve descanso y a por los últimos 30 km!!!
De nuevo en marcha por un camino que
sigue la vera del río por sombra durante unos 14 km, en los que se
puede trotar muy bien, hasta llegar al siguiente avituallamiento en
la Casa de la Pesca, al
que llego tras pasar un par de corredores, y
con los que me agrupo mientras repongo fuerzas para la última subida
fuerte hasta el Puerto de la Fuenfría. Del avituallamiento salimos
tres corredores juntos. Un Navarro (no recuerdo el nombre), un
Madrileño (Pedro) y yo. La subida es dura, pero vamos hablando y se
pasa mejor. Nos llega la noche y encendemos los frontales poco antes
de llegar a la Fuenfría. Bebemos un poco y seguimos por el Camino
Smith. Pedro y yo comenzamos a trotar. El navarro se queda un poco
atrás. Me vuelven las molestias en la planta del pie izquierdo.
Queda poco para el avituallamiento del puerto de Navacerrada, donde
podrá verme el médico.
Al llegar, me dan un poco de caldo, pan
y embutido mientras el médico me cura la ampolla y me pone un
parche. Tengo la zona muy sensible. Con el parche puesto volvemos a
la carga Pedro, que me ha esperado, y yo. Solo quedan 10 km. Una
ligera subida y todo lo demás bajada hasta Navacerrada. Me sigue
molestando pero troto como puedo por un sendero que baja en zig-zag
con bastante piedra suelta. Por ahí bien, pero pronto volvemos a
coger pista forestal. De no apoyar bien el pie, empiezo a sentir
molestias en la rodilla. El último paso de control y nos dicen que
solo faltan 5 km. Pero el dolor de la rodilla y la planta del pie va
a más. Nos pasan algunos corredores, así que animo a Pedro para que
siga. Se quedaría a acompañarme, pero le digo que no es necesario.
Yo no puedo correr y el sí, así que sigue adelante y yo continúo
andando. Me siguen pasando algunos corredores. Pero ya no queda nada,
entro en el pueblo. La gente que está en las terrazas anima, pero no
puedo correr. Tampoco me importa mucho. Justo antes de la entrada veo
de nuevo a mi hermano y a Javito. Muchas gracias a los dos por haber
ido a verme. También a todos los que me habéis apoyado y dado
ánimos. Entro en la meta con un tiempo de 19 h. 20'. Por debajo de
las 20 que me había marcao. La sensación al cruzar la meta no
sabría describirla. Mi hermano me pregunta si volveré: SIN DUDA.